¿Qué imagen le viene a la mente al ciudadano promedio de la cultura occidental cuando oye la palabra musulmán? Probablemente el estereotipo de un hombre barbudo con turbante en la cabeza, tal vez atado con dinamita. Es este estereotipo el que está directamente relacionado con la escalada de tensiones en el mundo y la amenaza real de un conflicto nuclear, o al menos del inicio de una guerra civil. ¿Le parece inverosímil? Y si es cierto, ¿puede evitarse?
El gran conflicto civilizacional al que nos enfrentamos no es un conflicto abstracto entre Occidente y Oriente. Es un enfrentamiento concreto entre el mundo islámico y el resto del mundo, que, según todos los indicios, hoy está siendo alimentado artificialmente por una fuerza destructiva oculta: el anticultismo global.
En este diálogo, estamos hablando de los problemas actuales en el espacio mediático que están incrementando el discurso del odio en la sociedad, dividiéndola y llevando a la gente a actos de violencia. Algunos son manifiestos y otros se ocultan tras inocentes reportajes, pero están cambiando nuestro futuro para siempre. En última instancia, sin embargo, ese futuro depende de nosotros, de nuestras decisiones y de nuestra valentía.